27/10/17

El asma bronquial [27-10-17]


El asma bronquial

  • Existe una predisposición genética, pero en su desarrollo también influyen factores causales y factores favorecedores
  • Se trata de la enfermedad crónica más frecuente en la infancia
El asma bronquial es una enfermedad respiratoria que cursa con inflamación de los bronquios. El aire circula por estos desde el exterior llevando oxígeno hacia el interior y viceversa para expulsar el dióxido de carbono. En una persona sin asma, los músculos de la vía aérea están relajados, el recubrimiento interno es delgado y el aire fluye fácilmente. Sin embargo, en la persona con asma el recubrimiento interno de la vía aérea se inflama, aumenta la producción de moco y el músculo se engrosa, haciendo que el aire fluya con dificultad.

El asma es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia. Afecta a los niños a cualquier edad, desde lactantes a adolescentes. Cuanto más mayor es el niño, es más frecuente. Se calcula en España que entre los 6-8 años, el 6% de los niños y niñas tiene asma, y entre los 12-14 años, el 8-10% tiene asma. En adultos se estima una prevalencia del 5%.

¿Cómo se produce el asma?

Existe una predisposición genética que tiene la persona para desarrollar el asma. Lo que se hereda es una predisposición que tiene el organismo para defenderse de la entrada de proteínas extrañas (antígenos), a lo que se denomina 'atopia'. Pero para que eso se exprese en forma de enfermedad es necesario que se conjuguen con otros factores del ambiente como: factores de naturaleza alérgica (ácaros del polvo doméstico, animales de compañía como perros o gatos.), la contaminación atmosférica, las infecciones respiratorias por virus o bacterias, las alergias, el tabaquismo y otros factores que influyen en los síntomas y en la gravedad del asma.

De esta forma, deben diferenciarse los denominados «factores predisponentes» al asma (genética o herencia), los «factores causales», que serían determinados antígenos del medio (que se pueden dar con mayor o menor frecuencia e intensidad), los «factores favorecedores «(tabaco, ciertos alimentos, infecciones, etcétera).

El asma bronquial se clasifica en:

1.- Intrínseco, cuando no se detectan factores causales alérgicos que lo desencadenan.

2.- Extrínseco, cuando se detectan factores causales de índole alérgico que lo desencadenan (ácaros, pólenes, epitelios, etc..).

3.- Inducido por el esfuerzo, cuando es el ejercicio físico y el deporte el que lo desencadena.

4.- Profesional, cuando el agente que lo desencadena se encuentra dentro del entorno laboral (pinturas, productos químicos, mohos, etc).

Diagnóstico

Lo más importante para diagnosticar el asma son los síntomas que se producen, como:

1.- Tos seca y pertinaz que se presenta por las mañanas, durante el ejercicio, la risa y/o el llanto.

2.-Sensación de opresión (tirantez torácica) en el pecho que impide respirar.

3.-La falta de aire al correr o que despierta de madrugada.

4.-Los silbidos en el pecho ocasionales o persistentes.

Para hacer un diagnóstico completo, el médico preguntará por esos síntomas, por la frecuencia e intensidad que se manifiestan. Obtendrá también datos familiares, las cuestiones laborales y tóxicas, posibles alergias, etc. Se realizará una espirometría, que pondrá de manifiesto la presencia de obstrucción al paso del aire y la mejora de los flujos de aire espirados tras administrar un fármaco broncodilatador inhalado. El diagnóstico también se completa con un estudio alergológico frente a los neumoalérgenos más habituales (ácaros del polvo doméstico, epitelios de animales, pólenes y hongos).

Una vez diagnosticada la enfermedad, es necesario tratarla de varias formas:

1.-Procurar no estar en contacto con las causas que lo producen, generalmente de naturaleza alérgica (ácaros del polvo, animales de compañía, perros, gatos, pólenes, hongos), también las infecciones virales o bacterianas, por lo que deberán evitarse estos contactos.

2.-Administrando fármacos antiinflamatorios inhalados (derivados de los corticoides) y con la ayuda de broncodilatadores inhalados, estos actúan abriendo los bronquios, facilitando así el paso del aire por los bronquios a los pulmones. En muchas ocasiones el paciente asmático deberá mantener un tratamiento a pesar de encontrarse sin síntomas y realizando una vida prácticamente normal. Tampoco hay que tener miedo a los efectos de la cortisona (vía inhalatoria), ya que los beneficios son considerables y los posibles efectos secundarios son mínimos. Debemos tener en cuenta que siempre será el médico quien nos indique cuál es el tratamiento más adecuado para cada paciente.

En cuanto al tratamiento en niños, se suele administrar directamente por medio de un aerosol y la cantidad de medicamento que absorbe es muy pequeña. Por lo tanto, los inhaladores administrados bajo supervisión médica consiguen un buen control del asma en la infancia, sin alteración del crecimiento del niño.

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