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Asma: Personas con ataques de ansiedad y depresión también pueden padecerla 01-07-15

 
Asma: Personas con ataques de ansiedad y depresión también pueden padecerla

  • Cuando el aire falta
  • El buen tratamiento de esta inflamación respiratoria evitará situaciones en las que el bronquio se cicatriza desatando una enfermedad pulmonar que durará para toda la vida. Los medicamentos inhalados son los que más se usan por su acción rápida y efectiva.

El asma es una enfermedad crónica en la cual se produce una inflamación en los conductos que llevan el aire a los pulmones, que se genera debido a la irritación producida por estímulos externos como el polen, el humo, algunas medicinas, entre otros.

La sensibilización que provoca estos estímulos en los conductos de los pulmones o bronquios, hace que respondan contrayéndose y bloqueando el paso del aire ocasionando síntomas como la sensación de ahogo y presión en el pecho, tos y sonidos al respirar. Esta dolencia tiene mayor incidencia en los niños que en los adultos, aunque ninguna persona está exenta de padecerla.

Dicha afección respiratoria puede clasificarse en dos grandes grupos: el asma extrínseca y el asma intrínseca. En el primer grupo los síntomas aparecen como consecuencia de la inhalación, ingestión o contacto de algunas sustancias presentes en el ambiente y se da principalmente en los adultos; en el segundo, se cree que corresponde a casos en que no se puede identificar la sustancia que está generando la reacción y su origen puede provenir de una elevada sensibilidad en los bronquios. Es más común en los niños, acompañada de otras enfermedades como la conjuntivitis y la rinitis.

Señales de alerta

Como en otras enfermedades del sistema respiratorio, los síntomas varían según la persona y la gravedad con que esta se presente. Según el neumólogo William Pulido del Hospital General de Medellín, en algunos pacientes que padecen de asma, una crisis puede empezar de manera repentina y fuerte, mientras que en otros el aumento de los síntomas se puede presentar leve y gradualmente.

Sin embargo durante las crisis de asma suelen experimentarse síntomas comunes como las sibilancias, la falta de aire, la tos y la presión en el pecho. El primero de ellos es una señal característica de la enfermedad donde se producen algunos sonidos al respirar que en la mayoría de veces es posible percibir sin la mediación de ningún aparato. La tos es también un síntoma propio del asma y aparece de manera persistente en las noches o después de realizar alguna actividad física.

Los episodios de ataques asmáticos pueden tener también desencadenantes diferentes a las sustancias que están presentes en el ambiente. Virus, alimentos, enfermedades de reflujo gástrico y ansiedad emocional son factores que pueden originar las crisis y a los cuales se debe prestar atención para controlarlos.

“También existe un tipo de asma y es el adquirido en los lugares de trabajo por personas que están expuestas a elementos que pueden generar la irritación en los bronquios. Por esto es importante que ante este tipo de trabajos se utilicen los elementos de protección necesarios”, señaló Pulido Junco

Cómo y qué hacer


Ante un ataque de asma, lo primero que se debe hacer es conservar la calma y evitar entrar en pánico pues esto puedo empeorarlo. Lo siguiente es identificar el agente que lo está generando y la celeridad con la que se están presentando los síntomas. Con estas medidas será mas fácil escoger cual es el tratamiento más adecuado para reducir los efectos de la crisis.

“Una advertencia importante es que los pacientes deben aprender a identificar cuando estos episodios se están presentando, para darle tratamiento lo más rápidamente posible” indicó el neumólogo Pulido.

Entre dichos tratamientos están los de alivio rápido o de rescate y los de alivio largo plazo. La desventaja de los primeros es que calman los síntomas por lapsos de tiempo muy cortos. En los segundos, la acción es más prolongada e incluye medicamentos como antiinflamatorios inhalados y broncodilatadores. Es importante recordar que los medicamentos de largo plazo sirven para controlar la inflamación y los de rescate para usar en caso de un ataque repentino de la enfermedad.

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